Día 22 (martes)
A las nueve se instalaron en la galería alta del cabildo,
251 de los 400 invitados.
El debate fue largo. El obispo de Buenos Aires, Benito de
Lué y Riega, sostuvo que, aun en el caso de una pérdida total de la
Península, los españoles debían continuar mandando en América. A continuación,
el doctor Juan José Castelli, manifestó que debido al cautiverio de
Fernando VII y a la disolución de la Junta Central de Sevilla, el poder de
España había caducado, y argumentó sobre los derechos del pueblo de Buenos
Aires para ejercer su soberanía e instalar un nuevo gobierno.
Muchos más se expresaron ese día, a favor de una posición y
de la otra. Entre ellos, el militar Ruiz Huidobro, el fiscal Manuel Genaro
Villota, el presbítero Nepomuceno Solá, el abogado Juan José Paso.
A continuación se decidió votar una proposición concreta para resolver si había cesado la autoridad del virrey y en tal caso quién debía reemplazarlo. Los presentes manifestaron su parecer en alta voz o por escrito, de acuerdo con el orden sucesivo de asientos, mientras el escribano transcribía los votos en el acta.
Se dejó para el día siguiente el escrutinio. En el acta
consta que debió levantarse la sesión “por ser ya pasado la hora de las doce
de la noche y no ser posible de continuar el trabajo, después del incesante que
se ha tenido en todo el día”.
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